domingo, 15 de marzo de 2009

La adicción al trabajo

Walter Riso

Algunas personas convierten el trabajo en enfermedad. Les gusta transpirar la camiseta hasta deshidratarse, entregarse en cuerpo y alma a la empresa, vivir para ella y en ella. Así el trabajo se convierte en el motivo esencial, en la justificación principal de una vida que lentamente va transformándose en mera supervivencia.

No digo que haya que descuidar el trabajo o no tener sentido de pertenencia con la compañía que nos abre la posibilidad del sustento, sino que el sentido personal, el propósito de la existencia, no puede quedar reducido al simple hecho de “producir”.

Algunos adictos y adictas al trabajo, cuando son atacadas por alguna enfermedad grave, paradójicamente lo primero que hacen es alejarse de inmediato del mundo laboral y dedicarse, ya sí de tiempo completo, a la familia y a las cosas “mundanas” de verdad valiosas: el fortalecimiento de los vínculos afectivos.

En situaciones límite, cuando se nos mueve el piso y la aparente seguridad que genera el estatus tambalea, nos acordamos que somos mucho más que fuerza productiva. En esas condiciones cercanas a la muerte asoma la humanidad que teníamos reprimida y entonces reconocemos con las vísceras haber confundido lo urgente con lo prioritario.

La pregunta obvia que se desprende de lo anterior es la siguiente: ¿Por qué esperar a que ocurra un cataclismo vital para retomar el rumbo? ¿Por qué no reconocer desde ahora la importancia de nivelar nuestras áreas de desempeño de manera más racional?

* * *

Hay gente que se aburre en las vacaciones porque necesita la activación que genera la competencia, el acelere, coronar un negocio o superar los índices de ventas.
http://www.todamujer.com/emprendedoras/notas/10091.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario