martes, 19 de mayo de 2009

Al miedo hay que asustarlo


Por Walter Riso


El conocimiento, el saber, la razón y la lógica pueden aminorar algunos miedos y eliminar otros de manera radical; sin embargo, no proporcionan necesariamente coraje.
La valentía es una actitud, como decía Descartes, que tiene bastante de pasional. No podemos vivir sin arrojo, lo necesitamos para amar, para llorar para gritar, para defendernos, para renunciar, para combatir, para decir no, para ser felices, y para mil cosas más. El coraje es el motor de la existencia digna.


Pero ser valiente no es ser suicida, sino mezclar pasión y razón para sostenerse un minuto más que los demás en la situación temida. ¡Aguante un segundo más y será condecorada! El héroe o la heroína no desconocen la adrenalina, la viven intensamente, la soportan hasta alcanzar su meta, la padecen de manera consciente. No hay heroísmo sin tozudez, y no hay valentía sin esfuerzo.


La persona que ejercita el coraje como virtud, jamás olvida la excepción a la regla; es experta en discriminar cuándo se justifica y cuándo no, reconoce que para deponer las armas también se necesita coraje. En la Etica, Espinosa, dice:
"En un hombre [o mujer] libre, una huida a tiempo revela igual firmeza que la lucha; o sea, que elige la huida con la misma firmeza o presencia de ánimo que el combate".


Yo agregaría que, además de la grandeza moral, se requiere de inteligencia práctica: capacidad de pensar y evaluar las consecuencias. Para que el coraje sea virtuoso, además de un corazón enardecido se necesita un cerebro bien puesto. Prudencia no es cobardía.


En psicología clínica, la regla principal para vencer el miedo sin fundamento (es decir, el que no se desprende de la realidad objetiva) es enfrentarlo, exponerse a él y agotarlo, extinguirlo. Obviamente, muchos de estos actos de valentía deben ceñirse a ciertos procedimientos técnicos, pues si la exposición in vivo está mal planeada, la persona puede sensibilizarse en vez de desensibilizarse.


Pero en términos generales, nadie duda que la audacia y el experimentalismo responsable, como forma de vida, disminuyen las probabilidades de adquirir enfermedades psicológicas relacionadas con la ansiedad.

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