lunes, 1 de junio de 2009

¿De qué nos habla el enojo?



Resulta natural que muchas veces nos enojemos.
Lo hacemos cuando las cosas no son, o no resultan como esperábamos. Existe una diferencia negativa entre nuestra expectativa y la realidad, y en principio, nos resistimos a aceptarlo.

El enojo es normal y necesario
Nos sirve para darnos cuenta de que algo no nos gusta, que nos gustaría que fuera de otra manera, y en ese sentido tiene valor porque nos revela situaciones que deberíamos cambiar o al menos, cambiar nuestra mirada frente a ella: este sentido toma valor el primer estudio.
El enojo sólo en su justa medida
Ahora bien, enojarse no es sinónimo de desbordarse, ni mucho menos para dar vía libre a la agresividad. La posibilidad de expresarlo, no tiene porqué ser autodestructiva; pero, en exceso, es nociva para nuestra salud y perjudicial para el entorno: parte de esto nos revela el segundo estudio

El enojo en tanto estado emocional

El enojo es una emoción, un estado afectivo que experimentamos.

  • Es una reacción subjetiva (tiene el significado y el valor que arbitrariamente le damos cada uno de nosotros)
  • ante algo que pasa (un acontecimiento que puede ser interno o externo),
  • viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos)
  • de origen innato, influidos por la experiencia.

Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. No hay emociones buenas ni malas. Simplemente hablamos de emociones POSITIVAS cuando nos producen bienestar, y de emociones NEGATIVAS cuando nos producen malestar.

Las emociones van siempre acompañadas de reacciones somáticas. Son muchas las reacciones somáticas que presenta el organismo, pero las más importantes son:

  • Las alteraciones en la circulación.
  • Los cambios respiratorios.
  • Las secreciones glandulares

El encargado de regular los aspectos fisiológicos de las emociones es el Sistema Nervioso.
El sistema nervioso autónomo acelera y desacelera los órganos a través del simpático y para-simpático; la corteza cerebral puede ejercer una gran influencia inhibitoria de las reacciones fisiológicas; de este modo algunas personas con entrenamiento logran dominar estas reacciones y llegan a mostrar un auto control casi perfecto.

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